La fuente fue todo lo que prometió ser. Un lugar fuera de la realidad, lleno de paz.
Poseidon, imponente, gobernante eterno de la plaza, con sus aguas cristalinas robando el aliento de quien observa.
Se pide el deseo al dios pagano, dando una ofrenda en retribución.
Me sigo dejando llevar por la corriente, a través de la vía del Corso hasta llegar a la piazza Venecia. Un lugar donde la historia deja de ser historia y se convierte en algo físico.
Camino a través de las ruinas siempre descubriendo algo que me hace detener por un momento. Suficiente tiempo para escuchar lo que la historia tiene que decir. Al final llego al coliseo, donde los gladiadores derramaron ríos de sangre para entretener a los romanos. Miles murieron en la arena y aun hoy son recordados gracias a este titan de piedra que duerme en el corazón de la ciudad. El sol se oculta dando inicio a mi partida. Me voy pero siempre con la promesa de volver,
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